
High-Wheeler o Penny-farthing (1871)
En sus orígenes, todas las bicicletas potenciadas por pedales podían considerarse fixies. Tanto las Vélocipédes como las Penny-Farthings tenían los pedales unidos directamente al buje de la rueda. Y, obviamente, la primera bicicleta accionada por cadena, la “Sussex Dwarf” de H. J. Lawson (1873) era también de piñón fijo.

Vélocipéde (1867)
El primer Tour de France tuvo lugar en 1903, y fue creado para fomentar la circulación del periódico L´Auto de Herni Desgrange.

Tour de 1903
La idea de Henri Desgrange era la de crear una carrera tan dura que solo llegara a la meta un ciclista. Tomaron el modelo de las 6-day-races en circuito, con la diferencia de que ya no correrían en un velódromo sino que se daría la vuelta a Francia. Constaba de 6 etapas que sumaban un total de 2428 km. Así pues se hacían menos km que ahora, pero las etapas eran mucho más largas. Fue ganado por Maurice Garin en 94 horas y 33 minutos, con un margen de casi 3 horas sobre el resto de competidores.

Garin se convirtió en un icono para el ciclismo de principios de siglo. En 1904, volvió a ganar, pero más tarde, la Unión Vélocipédique Française le retiró la medalla a él y a otros diez corredores por haber cogido trenes y coches para mejorar sus tiempos. Fue sancionado durante dos años y el resto durante uno. Los porqués y detalles de cada sanción nunca fueron hechos públicos.
En 1907, Desgrange permitió a regañadientes el uso de desviadores y de las free-wheel (que permitían dejar de pedalear). En poco tiempo se vio que las fixed no tenían ninguna posibilidad de ganar a las nuevas y sofisticadas bicicletas equipadas con marchas y frenos.
Con el tiempo surgieron nuevas modalidades de bicicletas; frenos, suspensión, marchas y otros “gadgets” que ayudaban a mejorar su rendimiento, comodidad, peso, etc. Pero el mundo de las bicicletas de piñón fijo nunca murió. Siguen, como otros muchos deportes clásicos, en los JJOO y muchos de los mensajeros de las grandes ciudades norteamericanas o Bruselas las utilizan como vehículo preferente en sus rutinas diarias.
La fixie es la bicicleta reducida a lo más básico y elemental. Sin frenos, sin marchas. Resalta la belleza del cuadro y simplifica su uso. Es la expresión minimalista por excelencia. ¿Y por qué resurgen ahora? ¿Por qué se han convertido en el tipo de ciclo dominante en las deslumbrantes metrópolis? Los mensajeros las utilizan por la facilidad que supone su mantenimiento, y los románticos porque son sus obras maestras, creadas por verdaderos artistas. Cada fixie, hasta hace unos años (ahora existen numerosas tiendas de fixed), está creada por ellos. Cada color y cada pieza están escogidos con detenimiento. Cada parte montada para adaptarse perfectamente a su ciclista, de manera que se convierte en un lienzo inimitable, señero y característico de su creador.



Ciclista y ciclo se deslizan suavemente entre los coches y la humareda de la ciudad, acariciando el arduo alquitrán que los sostiene a todos. Y, unidos por los pedales, forman una perfecta armonía. El dos se convierte en uno, pinta finas líneas sobre el asfalto al frenar y colorea por instantes las pupilas de los transeúntes al pasar.
A día de hoy el mundo Fixie se suele relacionar con la cultura hipster, eco-friendly y alternativa. Es un prejucio que encuentra alojamiento fácil en el intelecto. Pero no todos somos así, aún quedamos algunos románticos, enamorados de nuestras obras de arte y apasionados por el ciclismo urbano.
Siempre puedes añadir algo a la bici, pero llega el punto en que no puedes quitarle nada más, y eso es una bicicleta de piñón fijo.
Graeme Obree